'Dones: ficcions i realitats'
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Actividad organizada por:
'Dones: ficcions i realitats'
Descripción
Mujeres: ficciones y realidades es una exposición que quiere hacer visible una interferencia histórica y todavía presente en la vida de las mujeres: la relación conflictiva, incómoda y compleja entre los modelos de feminidad normativos, difundidos por la cultura audiovisual con más incidencia popular, y sus mismas realidades, construidas bajo la presión del sexismo y la cultura tradicional heteropatriarcal, pero no por eso exentas de autoridad, disconformidad y disentimiento.
La muestra propone un itinerario por algunos de los momentos más emblemáticos, desde la posguerra hasta la actualidad, en que se hace más patente el malestar de las mujeres ante los relatos oficiales, utilizados como elementos propagandísticos para difundir un modelo reduccionista de la feminidad y coartar, así, la libertad de las mujeres. Se articula alrededor de tres relatos que se entrecruzan a lo largo del recorrido: el trabajo de las mujeres, su invisibilidad y los estereotipos creados en el entorno de sus actividades laborales; la puesta en escena de la participación social y política de las mujeres, sus movilizaciones y la emergencia del feminismo en Cataluña, y finalmente, las narrativas audiovisuales relacionadas con una pretensa regularización de los modelos y comportamientos femeninos en cuanto al cuerpo, la sexualidad y el amor.
Realidades veladas e imágenes invisibles del trabajo femenino
La contribución de las mujeres al ámbito del trabajo es una de las realidades más poco documentadas. El trabajo de las mujeres y en especial el doméstico y de cura se han omitido en los relatos culturales y hasta los años noventa no aparecen los primeros estudios sociológicos que se ocupan de este tema. A veces aparece indirectamente a la publicidad, pero siempre asociado a los productos de consumo doméstico y a la voz de los expertos que insisten a presentarlos como unos elementos para minimizar los trabajos del día a día. Sea como fuere, se insiste en la responsabilidad exclusiva de las mujeres en relación con esta ocupación y se intenta que no parezca propiamente un trabajo.
Después de la Segunda Guerra Mundial, los relatos oficiales relacionados con los trabajos de cura recurren al modelo femenino de «el ángel del hogar» que, con el tiempo, evoluciona hacia la figura de la superwoman: una mujer reconocida por su actividad profesional, pero enjarje igualmente a la cura y la atención doméstica. Aparece en el debate público el conflicto del tiempo de las mujeres, unido a las dobles y triples jornadas femeninas.
De los 'lobos' franquistas a los nuevos imaginarios
La participación social y política de las mujeres en los primeros años del franquismo se ha invisibilizado y también está poco documentada, a pesar de que muchas vivieron el exilio, la prisión y también fueron condenadas a muerte o fusiladas. Las leyes continuaban persiguiendo cualquier disidencia femenina relacionada con los estrechos márgenes de conducta establecidos. La moral franquista pretendió imponer un control sobre el cuerpo y la sexualidad femenina. De la mano de la producción cinematográfica, intentó interferir en la experiencia femenina a través de un star-system nacional de actrices y cantantes. Desde Hollywood llegaban imágenes idealizadas de mujeres que permitían imaginar otras vidas posibles.
La publicidad asociaba las imágenes femeninas a un uso objetual, fetichista y exhibicionista. De manera gratuita, el cuerpo de las mujeres era objeto de manipulaciones diversas con el objetivo de incentivar el deseo y la pulsión consumista.
Creación de espacios físicos y simbólicos
A partir de los años sesenta, la participación de las mujeres emerge otra vez y se hace más visible, especialmente en las luchas vecinales de los nuevos barrios de las ciudades. Su activismo, que se había manifestado anteriormente en momentos puntuales, reaparece en el marco de los sindicatos y de los movimientos asociativos antifranquistas.
Muchas de estas luchas fueron protagonizadas por mujeres procedentes de las migraciones más recientes. La participación de las mujeres en las movilizaciones generales contra el régimen se fue haciendo cada vez más presente, a la vez que aparecían nuevos protagonismos femeninos que rompían los esquemas preestablecidos sobre la feminidad tradicional.
Y, junto a los protagonismos individuales, el que empezó a transformar las estructuras patriarcales fue la emergencia del movimiento feminista, que, a lo largo de los años setenta, incorporó a la lucha por la democracia una agenda específica con el objetivo de visualizar y dar valor a las necesidades de la vida cotidiana y, en especial, a los trabajos en el entorno doméstico, mayoritariamente desarrollados por las mujeres. Con la divisa «Aquello que es personal es político», el feminismo irrumpió en el escenario público reclamando otra forma de hacer política y exigiendo soluciones públicas a problemas considerados finos entonces privados.
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